• AQUÍ HAY TOMATE

     

    Aunque ya se va acabando el verano, todavía tenemos a mano algunos productos de temporada fantásticos… y con el calor que ha hecho, ¿a quién no le ha entrado vaguitis para cocinar? Aquí es donde nos vienen de perlas nuestras amigas las frutas y verduras de temporada, con las que podemos preparar una cena o comida en un pispás. Yo suelo tener gazpacho fresquito siempre a mano, con lo cual, el tomate es el primero en mi lista de la compra semanal.

    Y hablando de tomates… hace poco me encontré con unas imágenes de este fruto de hace la pera de años.

    Joris Hoefnagel, Lirio y tomate, 1591-96. The J. Getty Museum, Los Angeles. Digital image courtesy of the Getty’s Open Content Program.

    En una de ellas parece que el tomate lo acaban de arrancar de la mata, con un color rosado muy apetecible y de bastante buen tamaño. Vamos, que ya le echaba yo un chorro de aceite y una pizca de sal y a la boca, sin más. En la otra imagen vemos un tomate muy lobulado, de color mucho más pálido, pero que está empezando a madurar poco a poco.

    Joris Hoefnagel, Insecto, gordolobo, nomeolvides y tomate, 1591-96. The J. Getty Museum, Los Angeles. Digital image courtesy of the Getty’s Open Content Program.

    Pero búscatelos, que los pintaron nada más y nada menos que a finales del siglo XVI. Anda que no ha llovido desde entonces.
    Lo especial de estos tomates en concreto es que se trata de uno de los primeros retratos que les hicieron tras haber cruzado el Atlántico y haber sido presentados en sociedad por tierras europeas. Y qué sociedad, porque las imágenes de las que hablamos aparecen en un manuscrito que tenía en su poder Rodolfo II, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Su abuelo, Fernando I, en su día encargó a su secretario imperial que realizara sus mejores muestras de caligrafía y Rodolfo II unas décadas más tarde solicitó que su artista de corte Joris Hoefnagel iluminase ese mismo manuscrito para que formase parte de su gabinete de curiosidades, de su Kunstkammer.

    Hoefnagel se encargó de pintar toda clase de flora y fauna a las páginas repletas de la más elaborada caligrafía. Las filigranas negras y doradas junto con las coloridas acuarelas forman una auténtica joya en este manuscrito, también debido al reducido tamaño, ya que no ocupa más que la palma de la mano.

    En el momento, las únicas imágenes ´no artísticas´ podrían haberlas visto en los libros de botánica que tuviese en su colección el Emperador. No obstante, es muy probable que ya hubiese tenido el gusto de ver el tomate en persona durante sus innumerables viajes anteriores a su nombramiento en la corte. Viajó por gran parte de Europa realizando sus famosas vistas de ciudades, entre las cuales también está la de Sevilla, que disponía del puerto de entrada a los barcos que llegaban de las Américas. El tomate por lo tanto podemos decir que fue introducido al continente teniendo como primera parada la ciudad de Sevilla.

    ¿Es posible que realizara Hoefnagel aquí sus primeros dibujos de este fruto, para luego incluirlos en la iluminación del manuscrito? Desafortunadamente no podemos decirlo con certeza sin disponer de bocetos, pero está claro que entra dentro de las posibilidades.

    Foto de Markus Spiske en Unsplash

    Puede que en el siglo XVI todavía no fuese visto como alimento saludable como hoy en día, pero estamos ante dos de las primeras imágenes artísticas occidentales del tomate en las cuales vemos unos ejemplares carnosos y lobulados, uno bien maduro y el otro empezando poco a poco a madurar. La próxima vez que vea uno parecido en la tienda o en el mercado, me acordaré de estas joyas de Hoefnagel y del largo viaje que hicieron para llegar a nuestras mesas.