• Bizcochos en la zuclería de Van der Hamen

    Hoy toca cocinar un cuadro… ¿Cocinar un qué? Sí, sí, un cuadro, ¿a que suena apetecible? Como me imagino que ya sabéis por dónde van los tiros, os cuento…

    En la calle Alcalá de Madrid podemos ver un surtido de dulces sobre lienzo que parecen salidos de una antigua pastelería, o mejor, de una zuclería, como decía mi bisabuela. El surtido se parece mucho a lo que yo me imagino oyendo esta preciosidad de palabra. Nada de dulces de poca calidad en envoltorios  de plástico, sino dulces hechos con mimo y con productos de calidad. Que sí, que estos también tienen aceite y azúcar, pero oye, tomándolos de vez en cuando, a mí me sientan fenomenal. Y más si se parecen a los que puede uno ver en un museo.

    Taller de Juan van der Hamen, Bodegón con dulces, 1596-1611. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

    Hoy prepararemos unos dulces a los que la palabra bizcocho le viene al pelo, del latín bis coctus: cocido dos veces. La gracia es que así se conservan la mar de bien, y justamente a la mar es dónde se llevaban estos biscotes por aguantar tanto tiempo en buenas condiciones, aunque no creo que fuesen como la versión que voy a preparar yo hoy, que va bien surtida de frutos secos, semillas y alguna especia. Estos serían más sosainas, como los biscotes a los que le untamos patés y quesos hoy en día.

    Taller de Juan van der Hamen, detalle de Bodegón con dulces, 1596-1611. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

    Una receta de estas ricas galletas la podréis encontrar en el precioso libro de cocina: Polpo, a Venetian cookbook (of sorts), del que no solamente merece la pena el apartado de los postres. Y os preguntaréis: ¿Por qué estas galletas italianas, si por aquí también se estilaban estos pequeños biscotes dulces? Pues simplemente, porque tenía a mano este libro, y con los ingredientes tan ricos que llevan, me apetecía mucho probarlos. El toque de hinojo y el sabor de los diferentes frutos secos, lo hacen un bocado bien bueno.

    Cantuccini

    Para unas 60 galletas

    Ingredientes:

    • 3 claras de huevo
    • 3 huevos enteros
    • 400 g azúcar
    • semillas de 2 vainas de vainilla
    • 2 cucharaditas de sésamo
    • 1 cucharadita de semillas de hinojo
    • 600 g harina 00 (de media fuerza o panificable, si no encuentras)
    • 4,5 cucharaditas de levadura química
    • 375 ml aceite de girasol
    • 500 g frutos secos picados gruesos (nueces, almendras, pistachos)

    Preparación:

    En un bol grande, batir bien las claras, los huevos, el azúcar, la vainilla, el sésamo y el hinojo. Añadir poco a poco la harina, la levadura química y el aceite. En este punto toca darle con fuerza a la cuchara. Venga, que ya lo tienes. Solamente falta añadir los frutos secos y mezclar todo bien. Tapar el bol y dejar reposar en el frigorífico durante la noche. 

    Al día siguiente, calentar el horno a 200ºC. Cubrir la bandeja con papel para horno. Formar 2 barras planas a lo largo de la bandeja. Tendrán unos 30x15x4 cm. Cocer durante unos 30 minutos en el horno precalentado.

    Sacar del horno y cuando hayan enfriado un poco cortar en rebanadas de 1 cm. Bajar el horno a 140ºC. Colocar las rebanadas en la rejilla de horno y volver a meter al horno durante 15-20 min, o hasta que se sequen. Tened cuidado de no dorarlas demasiado. 

    Se pueden guardar hasta unos 15 días en una tartera de cristal con tapa o en una lata de galletas, aunque no creo que os duren tanto…

    Comer tal cual o servir con el licor que os guste (y mojarlas, como los churros). En este libro, al ser italiano, proponen vin santo. 

    Venga, ya estáis tardando en prepararlas, veréis qué buenas. Y por supuesto contemplad estas obras que dan hambre, a ver si os inspiran para preparar otros dulces dignos de una zuclería.