Los aperitivos de mycuriosEATy
En un rincón de la pastelería madrileña Motteau, guardan un pequeño tesoro. Aunque para descubrirlo, habrá que conseguir no distraerse en el escaparate, que con su vitrina abierta a la calle, casi obliga a pegarse al cristal y relamerse ante el despliegue de tartas, bizcochos y tartaletas que se elaboran en su obrador.
En el interior, veremos colgada en una de sus paredes una pequeña manga pastelera, cuidadosamente enmarcada tras un cristal. Ya jubilada, seguro que esconde alguna que otra historia.
Me gustaría pensar que este artilugio pertenecía al tatarabuelo Motteau que preside el local desde la gran foto en blanco y negro y que formaba parte de los utensilios que se utilizaban en su pastelería normanda allá por el siglo XIX. Por tanto, ahora custodiado en su marco negro y decorando la actual pastelería Motteau, sin duda cumpliría su función como gran símbolo de una tradición familiar. ¿Quién sabe qué tartas habrá ayudado a decorar?
Lo que sí os puedo decir, es que esta reliquia de metal, completa con sus boquillas y su bonita caja de cartón amarilla, deleita la vista de los amantes de la dulcería, y sobre todo, confirma que aquí y ahora se cuida hasta el más mínimo detalle.
Ahí está la diferencia, en esos pequeños detalles.
Foto cortesía de @motteaubakery