En un rincón de la pastelería madrileña Motteau, guardan un pequeño tesoro. Aunque para descubrirlo, habrá que conseguir no distraerse en el escaparate, que con su vitrina abierta a la calle, casi obliga a pegarse al cristal y relamerse ante el despliegue de tartas, bizcochos y tartaletas que se elaboran en su obrador.
En el interior, veremos colgada en una de sus paredes una pequeña manga pastelera, cuidadosamente enmarcada tras un cristal. Ya jubilada, seguro que esconde alguna que otra historia.
Me gustaría pensar que este artilugio pertenecía al tatarabuelo Motteau que preside el local desde la gran foto en blanco y negro y que formaba parte de los utensilios que se utilizaban en su pastelería normanda allá por el siglo XIX. Por tanto, ahora custodiado en su marco negro y decorando la actual pastelería Motteau, sin duda cumpliría su función como gran símbolo de una tradición familiar. ¿Quién sabe qué tartas habrá ayudado a decorar?
Lo que sí os puedo decir, es que esta reliquia de metal, completa con sus boquillas y su bonita caja de cartón amarilla, deleita la vista de los amantes de la dulcería, y sobre todo, confirma que aquí y ahora se cuida hasta el más mínimo detalle.
Ahí está la diferencia, en esos pequeños detalles.
Este año cambiamos de tercio. De la mano de una pareja de científicos nos vamos al ADN y la evolución de la sandía. Pero no se trata de cualquier pareja, sino de una formada por un biólogo y un historiador de arte. Juntos han tenido la brillante idea de utilizar cuadros con representaciones de frutos y plantas como fuente para estudiar su evolución. Unen genética moderna con historia del arte en un proyecto multidisciplinar que han titulado: #ArtGenetics.
Ive De Smet (izqda) and David Vergauwen (drcha) Créditos: Liesbeth Everaert/Cell Press
La obra que originó el debate entre estos dos amigos y supuso el principio de su investigación, fue el ´Puesto de frutas´ del pintor flamenco Frans Snyders. Lo que para uno parecía una fruta mal pintada, para el otro era una pieza bien realizada y tenía la certeza que el artista sabía lo que hacía. Tras debatir el tema, intuyeron que el fruto que no pudieron reconocer, debía de ser uno con apariencia distinta a la actual, si es que todavía existe hoy en día, claro. Resultó ser la sandía, que todavía no era colorada, sino blanca como la leche, o como mucho rosa muy pálido.
Frans Snyders, Puesto de fruta, 1618-1621. Museo Hermitage, San Petersburgo.
´El puesto de frutas´ y tantas otras obras de arte pueden servir como una fuente más en la investigación de la evolución de frutas, verduras, legumbres y semillas. No solamente le aportan información valiosa a su línea en el tiempo la arqueología, o arqueoetnobotánica en este caso, o las fuentes literarias, sino que también lo pueden hacer cuadros como estos. Pensad en la enorme fuente visual que supone el arte producido a lo largo de lo siglos.
Frans Snyders, Puesto de fruta (detalle), 1618-1621. Museo Hermitage, San Petersburgo.
No es lo mismo una sandía de Salvador Dalí … que una de Frans Snyders.
Eso sí, para poder incluir una obra en la investigación, la representación de la planta tiene que ser fiable y obviamente no sirven todas, tal y como argumentan Vergauwen y De Smet. Y en este caso concreto, no sirve cualquier sandía. Igual que en el mercado, donde tu frutero utiliza su experiencia y sus conocimientos para escoger una buena sandía, así también utiliza este dúo sus armas para valorar qué obras representan fielmente las plantas protagonistas de su investigación. No es lo mismo una sandía de Salvador Dalí, que una sandía, por muy blanca que tenga la carne, de Frans Snyders. Porque, como os podréis imaginar, la sandía con carne blanca era más fiel a la realidad en su época que la sandía roja del artista de Figueras en la suya.
Si de ahora en adelante, por casualidad (o no), os encontráis con obras en las que aparezcan frutas o verduras, que sean de colecciones poco conocidas, o que no sean accesibles digitalmente, seguramente sirvan para ampliar la gran colección artística y visual del proyecto #ArtGenetics. No dudes en hacérselas llegar a través de ese mismo hashtag, o a través de su dirección de correo electrónico. Habréis ayudado un poquito a conocer mejor la evolución de la sandía, o la chirimoya, por poner un ejemplo.
Pero ahora, para finalizar esta pequeña historia de domingo, nada mejor que un buen trozo rojo de sandía para refrescarnos.