• Cuenca, ciudad sin mercado, ausencia irremplazable

    Este artículo fue publicado en la edición nº 9 de la revista «Los Ojos del Júcar» en febrero de 2021.

    El mercado municipal de Cuenca se encuentra en uno de sus peores momentos. Con cuatro puestos que luchan por mantenerse a flote en el edificio, su futuro se ve negro. Llevan años sobre la mesa del gobierno municipal diferentes planes para una remodelación del edificio y la zona colindante, sin llegar nunca a tomar forma. Pero parece que todavía hay esperanza. Recientemente se ha puesto en marcha un nuevo intento para reconstruir el edificio del mercado y las oficinas municipales.

    Hablando de mercados, dejadme primero hacer una pregunta: ¿Qué es realmente un mercado cuando se trata de alimentos?

    Catedrales del gusto

    Según el DRAE es un “sitio público destinado permanentemente, o en días señalados, para vender, comprar o permutar bienes o servicios”. Otros van más allá, dedicándoles un libro a estos magníficos edificios y prefieren hablar de los mercados como  “Catedrales del Gusto”, las grandes embajadoras de nuestra cultura alimentaria.1

    Son el lugar de encuentro de vecinos jóvenes y mayores, de productores y comerciantes, de tradiciones antiguas y más recientes. Los mercados son imprescindibles para la soberanía alimentaria de una región. Son lugares donde celebrar nuestra cultura culinaria desde la raíz. 

    Últimamente, en muchos pueblos y ciudades, los mercados han demostrado que forman parte de esos servicios esenciales que necesitamos sus habitantes. ¿Acaso ha hecho falta la llegada de una pandemia para volver a ser conscientes de ello?

    Para una compra rápida y cómoda claro que disponemos de supermercados. Con la lista de la compra en la mano y el piloto automático puesto, llenamos el carrito y llenamos el frigorífico.

    Pero no hay que olvidar que los mercados evolucionan, se adaptan a los tiempos actuales y también ofrecen multitud de comodidades. En muchas ciudades, y no solo en este año, lo han demostrado a base de enorme esfuerzo. Adaptando horarios, diversificando su género, facilitando la compra por internet y ofreciendo servicio a domicilio, por ejemplo. Se siguen manteniendo como de costumbre, eso sí, las conversaciones con tenderos, clientes y vecinos, el gran conocimiento del género o la oferta de productos de calidad y cercanía, entre muchas otras cosas. Los mercados son, en definitiva, parte importante de los servicios esenciales.

    El mercado de Cuenca

    Tristemente en Cuenca, capital de provincia, con un mercado abandonado a su suerte, no podemos hablar de una catedral del gusto ni de un lugar centralizado que preste este servicio esencial a sus habitantes. Los poquísimos puestos que sobreviven en el mercado lo hacen a duras penas.

    Las notas positivas las dan el hecho que el mercado sigue teniendo esos pocos puestos que resisten junto con sus clientes fieles, y que este mercado sí conoció tiempos mejores. Es muy importante tenerlos en mente y, desde ese optimismo, construir un nuevo mercado con mayúsculas.

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    Pedro Mercedes. Hortelano camino del mercado, placas de barro raspado.
    El mercado según Pedro Mercedes

    ¿Os imagináis por ejemplo un edificio de mercado decorado con grandes ilustraciones en barro, reflejando los oficios relacionados con el campo, con los agricultores y con los alimentos? Hace unos años pudimos admirar esas ilustraciones que Pedro Mercedes realizó en barro para el entonces nuevo mercado, allá por los años 70 del siglo pasado. Gracias probablemente a que finalmente no se colocaron en el edificio, hoy en día todavía estén en perfecto estado. Casa Zavala expuso estas preciosas placas de barro en 2018. 

    Con sus diseños, el alfarero conquense hizo honor a la cultura del mercado, a sus comerciantes, a los productores y a sus clientes; y además, a los protagonistas, a los productos.

    En el barro trazó las siluetas de los campesinos recolectando, de los carros transportando los alimentos a la ciudad, de los pescaderos limpiando y troceando su género, de los carniceros  deshuesando y fileteando y de los panaderos amasando y cociendo en sus obradores. Incluyó también las balanzas y los pesos, además de los clientes y el gentío tan típico de un mercado. Es una muestra de la cadena alimentaria ilustrada en todo su esplendor.

    Frutería en el mercado de Cuenca. Diapositiva, 1977. Fuente: propia
    Frutería en el mercado de Cuenca. Diapositiva, 1977. Fuente: propia
    Diapositivas de los 70

    Con especial cariño yo misma guardo otras imágenes de hace más de 40 años del mercado, unas diapositivas hechas por un forastero muy querido por mí. En ellas vemos el mercado a través de sus ojos. A veces, la mirada de otros es justo lo que necesitamos para darnos cuenta de lo que tenemos y ahora estamos a punto de perder.

    Mi abuelo, el holandés, que en 1977 se encontraba en Cuenca para asistir a la boda de su hijo, realizó diapositivas durante esa estancia de todo lo que le llamaba la atención. La visita al mercado con sus consuegros le debió impresionar mucho, porque retrató prácticamente todos los puestos. Con frecuencia, cuando hablaban de esa visita, él recordaba el colorido, la variedad y el bullicio en el mercado. Pero también hablaba del evidente conocimiento del producto de mi abuela materna, la cocinera de la casa y la encargada de seleccionar la materia prima en los puestos.

    Hace no mucho tiempo, aparecieron esas diapositivas y pude comprobar personalmente cómo reflejó esas impresiones. Mostraban, efectivamente, tal y como había oído muchas veces, ese colorido, esa variedad y ese bullicio del mercado de Cuenca.  

    Tras estas muestras visuales tan preciosas y sobre todo optimistas, me gustaría poner brevemente en contexto el nuevo proyecto del mercado dentro de varios acontecimientos recientes en el ámbito de la alimentación local y nacional. 

    Y ahora, ¿qué?

    A mediados de noviembre se presentó la nueva campaña de ´Alimentos de España´ por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.  Este proyecto se encargará de presentar y defender nuestro país como el más rico del mundo en su cadena alimentaria, en sus ganaderos, en sus agricultores, en sus pescadores y en toda la gente que trabaja en el sector. Una ambiciosa campaña, desde luego.

    A nivel más regional, por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, este año se ha introducido ´Raíz culinaria´, un sello para impulsar la gastronomía de la región. Y en la propia ciudad, en su edificio más icónico, el Restaurante Casas Colgadas albergará un nuevo y atractivo destino gastronómico.

    Resulta por lo tanto lógico y necesario lanzar esta siguiente pregunta: ¿Qué queremos que sea el nuevo mercado de Cuenca?

    Un lugar en el que se juntan los valores que comentábamos antes, como la calidad del producto, la soberanía alimentaria o el intercambio cultural, un lugar como este, que sea el epicentro de la alimentación, de nuestra cocina, del producto local, ese debería tener el mismo peso que esos grandes proyectos, ya que sin él, sin un mercado, es muy difícil presumir de cultura alimentaria.

    Charcutería en el mercado de Cuenca, diapositiva, 1977. Fuente: propia
    Charcutería en el mercado de Cuenca, diapositiva, 1977. Fuente: propia
    Un futuro optimista

    Ahora que parece augurarle un mejor futuro al actual mercado, me gustaría haber transmitido el valor y la importancia de preservarlo y mejorarlo no solamente como edificio, sino como institución viva y enraizada en la historia alimentaria de Cuenca. Significa una nueva oportunidad para una buena alimentación sostenible, una nueva oportunidad para los productores de cercanía, una nueva oportunidad para los comerciantes y también una nueva oportunidad para que los vecinos y visitantes puedan volver a disfrutar de su mercado.

    No obstante, es fácil decir que queremos que sea un mercado ecológico, o de cercanía con alimentos km. 0, o que haya espacio para bares y restauración, por poner algunos ejemplos. Lo difícil es valorar globalmente el proyecto, de manera multidisciplinar, y de las propuestas destilar un plan específico para esta zona de la ciudad, para estos comerciantes, agricultores y clientes. 

    Espero que con el homenaje en barro a la cultura del mercado y el bullicio en diapositiva, soñemos con ese nuevo mercado y le podamos dar la bienvenida a una nueva catedral en Cuenca, a la catedral del gusto que tanto se merece.



    1
     González-Frías, M., Tolosa, África, (2016). Las catedrales del gusto, Un paseo por los mercados de España, Madrid, España, Modus Operandi Arte y Producción.

  • Vegetarianos, veganos y un bodegón de caza

    El pasado mes de noviembre varios estudiantes en la Universidad de Cambridge solicitaron la retirada de un cuadro que presidía temporalmente uno de los comedores. Este cuadro en cuestión representa un bodegón de caza del siglo XVII y la imagen, cargada de animales, quitaba el apetito de los estudiantes no carnívoros. Es un acontecimiento que ha generado mucho revuelo y, a mí en concreto, muchas dudas. Respuestas, de momento no tantas, pero preguntas, unas cuantas. 

    La obra, cedida por el Museo Fitzwilliam, institución perteneciente a la propia universidad, presidía uno de sus comedores. En ella se pueden ver una gran variedad de animales ´recién cazados´ como un cisne, un jabalí, un venado y distintas especies de aves. Copia de una obra ejecutada en el taller del pintor flamenco Frans Snyders, este cuadro es un ejemplo espléndido dentro del género de los bodegones, por su gran despliegue de animales cuidadosamente ´colocados´ en el lienzo. 

    Eso sí, con tanto animal muerto, a varios comensales esta obra de gran formato les resultó repulsiva y además les quitó el apetito, por lo que solicitaron su retirada del comedor. La dirección de la universidad decidió acceder a su petición y fue llevado de vuelta al museo. 

    Bodegón de caza detalle
    Frans Snyders (Copia del estudio). Bodegón de caza (detalle), ca. 1621. Óleo sobre lienzo. Museo Fitzwilliam, Cambridge.

    El hecho de ser comprensivo y escuchar las opiniones de los estudiantes, tal y como hizo la dirección, me parece loable. Pero la cuestión importante es, hasta qué punto hay que serlo por nuestras propias convicciones y elecciones. ¿Se trata quizás de demasiada sensibilidad por parte de los estudiantes que no aceptan muestras de la diversidad alimentaria, actual o histórica, en su propio comedor? ¿O se trata de ser benevolentes con los distintos estilos de vida que estos puedan llevar?

    La decisión de descolgar el cuadro es una encarnación moderna de preocupaciones históricas alrededor de alimentación y medio ambiente.

    Según las curadoras de la exposición sobre alimentación de la que actualmente forma parte el cuadro, ´la decisión de descolgar el cuadro es una encarnación moderna de preocupaciones históricas alrededor de alimentación y medio ambiente.´

    Los debates sobre el veganismo, vegetarianismo y la sostenibilidad alimentaria, aunque no nuevos, están a la orden del día. En el caso de que no se hubiera retirado el cuadro en el comedor ¿automáticamente implicaría que no se respetan las elecciones veganas y vegetarianas? ¿Significaría un posicionamiento como carnívoro e incluso amante de la caza? Me gustaría pensar que no. 

    ¿No debería esta obra poder servir precisamente para generar y mantener el debate sobre la temática, aparte de poder disfrutarla como muestra artística de su época? Por suerte ahora se encuentra en la exposición organizada por el propio Museo Fitzwilliam, en la cual se presentan nuevas maneras de entender la historia y la cultura del comer y el cuadro por lo tanto puede seguir ejerciendo como objeto de discusión para sus visitantes.

    ¿Qué pasa con los productos en nuestros mercados, carnicerías y pescaderías?

    Entiendo que en un comedor, este tema puede ser más delicado que en un museo, al ser este primero el sitio donde uno se sienta a la mesa para ingerir sus alimentos, pero, ¿qué pasa con los productos en nuestros mercados, carnicerías y pescaderías? ¿Será necesario tapar los pollos, los pescados o las manitas de cerdo para que nadie se asuste ni le parezca repulsivo encontrárselos en los mostradores?

    Bodegón pollo supermercado Antonio Lara Luque
    Antonio Lara Luque. Bodegón con pollo muerto, 2017. Óleo en lino preparado sobre tabla.
    Antonio Lara Luque. El cristal, 2019. Óleo sobre lino

    En un supermercado esto no supondría un gran problema al estar toda la carne ya limpia y envasada en bandejas, incluso ya cortadita o fileteada. En esta presentación del producto, el propio animal ya está prácticamente irreconocible. No es de extrañar pues, que las ya tan habituales bandejas que compramos, se hayan convertido también en protagonistas de bodegones contemporáneos, como en estas geniales obras del pintor jerezano Antonio Lara Luque.

    ¿Debemos agradecer entonces a estos pocos estudiantes la retirada del cuadro, incentivada por su estilo de vida? Por mucho que un comedor a mí me parezca el lugar idóneo para este tipo de obras, me temo que sin esta petición, el cuadro no hubiese provocado este revuelo ni hubiese sido protagonista de debate. 

  • #Realfood y el paradigma de las uvas

    Érase una vez un racimo de uvas…

    En la carrera de Historia del Arte, cuando toca estudiar bodegones, y se habla de la representación de los propios alimentos, es habitual leer la historia de los pintores Zeuxis y Parrasio que relata Plinio el Viejo en su Naturalis Historia. Dice así:

    Se cuenta que éste último (Parrasio) compitió con Zeuxis; éste presentó unas uvas pintadas con tanto acierto que unos pájaros se habían acercado volando a la escena, y aquél presentó una tela pintada con tanto realismo que Zeuxis, henchido de orgullo por el juicio de los pájaros, se apresuró a quitar al fin la tela para mostrar la pintura, y al darse cuenta de su error, con ingenua vergüenza, concedió la palma a su rival, porque él había engañado a los pájaros, pero Parrasio le había engañado a él, que era el artista.

    Plinio el Viejo, Historia Natural, XXXV, 65; trad. de María E. Torrego
    J.J. von Sandrart. Zeuxis y Parrasio (detalle). 1683. Wellcome Collection, CC BY 4.0

    Lo que me interesa de esta historia es que habla de un cuadro con uvas, que no son realmente uvas, sino que están representadas, pero parecen tan reales, que incluso se le acercan pájaros a picotear el lienzo. Todo esto según Plinio, claro.

    Y seguramente os preguntaréis dónde quiero llegar contando esto.

    Resulta que hace poco me hablaron del realfood y los realfooders. A decir verdad, no me sonaba demasiado, pero investigando un poco, coincidía con lo que me imaginaba. Nombre bien elegido. Resumiendo, consiste en elegir alimentos frescos y ´reales´ como vegetales, carne, pescado, o lácteos, por poner algunos ejemplos, y descartar los productos ultraprocesados como bollería industrial, refrescos, o comida rápida. 

    Dándole vueltas al coco y leyendo sobre ello, empecé a conectar todo. El engaño de Zeuxis con su racimo de uvas por un lado y los alimentos reales y los ultraprocesados por otro. ¡Menudo cacao!

    Joaquina Serrano y Bartolomé. Un racimo de uvas, 1875. Museo Nacional del Prado

    Las uvas de esta historia son una representación en un cuadro, pero físicamente están hechas de pintura, barniz, lienzo, etc. Los ultraprocesados también están pintados como algo que realmente no son. Son una representación de un alimento, pero la composición de la mayoría es de materias primas refinadas y no pocos aditivos. Los ingredientes frescos, si los tienen, desde luego que no se suelen reconocer en la presentación final del producto. 

    Tienda de caramelos en Dubai – Unsplash

    Los ultraprocesados me parecieron que eran como las uvas pintadas, con perdón de Zeuxis. Son muy bonitos y coloridos a primera vista y además se hacen pasar por reales, pero al fin y al cabo, no son alimentos como lo puede ser un racimo de uvas, una hogaza de pan, un vaso de leche. Y es más, al igual que los pájaros se acercan al lienzo para picar de las uvas, nosotros, los consumidores, nos acercamos a los ultraprocesados para consumirlos como si fuesen alimentos reales. 

    Tienda de museo en Odaiba – Unsplash

    No obstante es importante matizar este engaño, ya que por lo general sabemos que estamos viendo un cuadro u otra obra de arte, aunque en ocasiones nos lo pongan difícil los artistas; bien nos lo cuenta el propio Plinio en esta historia. Pero, ¿sabemos realmente con la misma certeza que estamos comprando y consumiendo ultraprocesados? ¿O nos hacemos los locos y nos puede la gula y la comodidad, más que otra cosa?

    Supermercado en EEUU – Unsplash

    El cuadro con uvas de Zeuxis, hoy en día, sería como un pasillo de supermercado con sus hileras de refrescos, de comida basura o de bolsas y más bolsas de caramelos y aperitivos.

    Y nosotros, ¿nos vamos a seguir engañando?

  • Gyotaku: el alma del pez en La Pecera

    En un par de metros cuadrados se esconden una técnica ancestral de pescadores japoneses, la inmensidad del mar y un gran talento para plasmar ideas.

    Con la misma determinación de un pescadero o de un camarero, el mercader de La Pecera desdobla su delantal y se lo ata a la cintura antes de atender a sus clientes. Pero no nos fileteará ningún pescado, ni nos tirará ninguna caña, sino que nos ofrecerá las obras que veremos en su particular puesto del mercado.

    GYO/collection

    Se trata de una decena de obras que han cubierto una pared de la galería La Pecera de la Cebada durante las primeras semanas de noviembre. Bajo el título de GYO/collection, fueron creadas por la artista visual y diseñadora Noelia Báscones Reina, para esta galería de arte en el Mercado de La Cebada.

    Los protagonistas son los pescados plasmados en estas sencillas, pero potentes obras. El propio pez impreso en tinta negra sobre papel es el que ha servido como plantilla, haciendo uso de la técnica de japonesa gyotaku. Frotándolos con tinta (no tóxica) se presionan contra papel de arroz, consiguiendo así una reproducción fiel del propio animal.

    Su reproducción sobre papel era justamente el propósito de estas impresiones, utilizada por pescadores japoneses para mostrar a sus compradores en la lonja la captura del día.

    Noelia Báscones Reina, Pez grande pez pequeño

    ¿Qué mejor sitio entonces para mostrar esta técnica hoy en día que en un mercado de abastos? ¿No nos gusta a todos que nos muestren el género antes de comprarlo? Justamente en el mercado es donde mejor podemos comprobar su calidad y frescura, dejándonos aconsejar por sus vendedores.

    Además de la belleza de los pescados retratados, lo que le da todavía más valor a esta exposición, en mi opinión, es que la artista no solamente se detiene en mostrarnos la técnica, sino que va más allá entrelazando varias capas en la obra, y no me refiero solamente a las capas de los distintos materiales que utiliza.

    Noelia Báscones Reina, Lapiz – tinta

    Muy sutilmente incluye trozos de cuerda sueltos a modo de red o fija varias raspas bajo una costura, para dejar caer temas importantes como la alarmante contaminación de los mares o la enorme cantidad de desperdicio de alimentos que generamos. También dirige los pescados hacia platos hechos con blondas de papel o los acompaña de cubiertos o palillos para suscitar reflexión sobre las dinámicas de consumo de nuestra sociedad. Incluso podemos interpretar el papel ondulado como el cierre metálico de una lonja o pescadería, por la cual el animal tiene que pasar antes de ser vendido, haciendo referencia a la trayectoria entre el mar y nuestra mesa.

    Noelia Báscones Reina, Espina I, Plato I, Cuca

    Ninguno de los materiales que utiliza o las palabras que escribe Noelia en las obras han sido elegidos al azar, sino que cada uno le aporta profundidad, haciendo de estos modernos bodegones excelentes capturas del día: irradian calidad y frescura, igual que los pescados de la lonja.

    Gracias a esta exposición en La Pecera, el mercado no ofrece solamente alimentación, sino que nos hace reflexionar sobre la procedencia del alimento, sobre cómo lo comemos y sobre el desperdicio que genera el propio producto o su captura y producción.

    Nos vamos de este particular puesto del mercado con ganas de más. Durante solo unas semanas, en esta pequeña pecera hemos podido ver la inmensidad del mar.

  • FoodFuturesArt, el futuro de la alimentación según artistas contemporáneos – hasta el 7 de julio en Hannover

    Este artículo fue publicado el 9 de junio en TheFoodieStudies.

    El pasado día 2 de junio la artista Romina de Novellis se sentó sobre una sábana blanca cubierta de trozos de sandía. Ella misma llevaba un mantel blanco a modo de vestido. Con toda la calma del mundo comenzó a sacar la pulpa de otra sandía y a comérsela. Mientras tanto, la acompañaban dos músicos, uno al violín y otro al acordeón, y detrás se proyectaba una videoinstalación de la propia artista comiendo granadas en compañía de dos buitres

    La artista italiana ha sido la encargada de realizar la primer “performance” del festival FoodFuturesArt, organizado por el centro cultural Faust en Hannover. Durante las próximas semanas y hasta el 7 de julio una veintena de artistas alemanes e internacionales mostrarán su visión particular sobre el futuro de nuestra alimentación a través de sus instalaciones, videos, fotografías, pinturas y “performances”. Mediante este proyecto, se pretende encontrar caminos para adoptar hábitos que aseguren una alimentación sana y consciente, teniendo en cuenta el cambio climático y la creciente tasa de población. 

    Como introducción a la temática del festival, los comisarios han elegido un vídeo del ya consagrado artista Daniel Spoerri. En él muestra una larga mesa con sillas, todas hechas con residuos de embalajes. Spoerri, famoso por introducir el término “Eat Art” y por su Restaurante Spoerri, inspiró a gran cantidad de artistas a utilizar en sus obras residuos de alimentos y otros objetos que se utilizan para comer.

    Para la artista contemporánea De Novellis, su propio cuerpo es el medio de expresión más importante. Durante su performance titulada “Inferno”, utiliza también varias piezas de sandía, con las cuales hace tangible la materialidad de varias maneras. Según la organización podemos interpretar el arrancar, el desechar y el incesante comer de la sandía como símbolo del despilfarro de alimentos que existe en gran parte del mundo. Por otra parte, la pulpa roja y el jugo representan la sangre de las vidas que se cobra ese despilfarro.

     Esta “performance”, que la artista realiza por tercera vez desde su primera interpretación en 2015, la ha combinado con la segunda parte de su videoinstalación “Augurii”, obra que presentó en 2014. En ella vemos distintas escenas en las que aparece en su apartamento acompañada de dos buitres: comiendo granadas en la mesa, bañándose, dándole el pecho a su bebé y tumbada en la cama. 

    El acto repetitivo de comer la sandía, la larga duración de su “performance” y la gran cantidad de sandía y manchas rojas sobre el mantel y la sábana blanca, hace que la propuesta de Romina sea visualmente muy potente. Las imágenes del vídeo como fondo le añaden un aspecto de tensión y casi de violencia, viendo a dos animales salvajes en un hábitat que no es el suyo por naturaleza y las consecuencias que puede tener para la artista y su familia.

    Dentro del contexto del proyecto, la puesta en escena de la artista debe recordarnos que en todo el mundo un tercio de los alimentos que se cultivan se pierden antes de siquiera llegar al mercado, o se desperdician en establecimientos y hogares, según la FAO

    Mientras tanto, la propia organización de las Naciones Unidas ha organizado un simposio internacional para los días 10 y 11 de junio, en el cual abordarán la misma temática desde una perspectiva institucional y académica. Desde todos lo ámbitos se está haciendo hincapié en la importancia de concienciar al mundo sobre esta problemática. El gran desperdicio de alimentos está además en relación directa con el hambre que pasa una importante parte de la población y las consecuencias fatales que tiene para muchas vidas. Los buitres que nos muestra Romina, igual que el hambre y el descuido de los humanos, están siempre al acecho. 

    «Mall II», Hartmut Kiewert, 2016; «Diners Club», Lenny Ratnasari Weichert; «Food Rotation», Helmut Henning; Cena con Leon Joskowitz

    En Hannover, durante las próximas semanas, los demás artistas invitados presentarán otras obras relacionadas con temas de seguridad, sostenibilidad, tratamiento de residuos, preparación de alimentos y reservas de emergencia, y además de las expresiones artísticas, hay una amplia oferta variada de talleres, conferencias y cenas. Que este proyecto sirva de plataforma para generar buenas iniciativas y propuestas concretas para combatir los problemas que nos encontraremos y a los que ya nos estamos enfrentando a día de hoy en nuestro mundo de la alimentación.

  • ARCO 2019: La alimentación en tres obras de arte contemporáneas

    Este artículo fue publicado el 11 de marzo en TheFoodieStudies.

    Hay muchas maneras de enfrentarse a los más de 30.000m2 llenos de cuadros, instalaciones, esculturas, videos, y demás objetos artísticos contemporáneos. Hay gente que viene buscando las nuevas tendencias, las obras de artistas reconocidos, o que viene a conocer nuevas galerías, a hacer nuevos contactos.

    Soy experta en alimentación y comida y voy a ARCO con una misión muy clara: buscar comida, alimentos, manduca. Pero no la de los bares en el recinto ferial, ni la de los espacios de restauración, montados para la ocasión dentro de los pabellones. La comida la busco en las paredes o en el suelo, según donde tenga su sitio la obra de arte en cuestión. Es un acercamiento muy definido, lo reconozco, pero, por otra parte, hace que la visita sea muy estimulante. 

    Y la búsqueda este año no ha sido fácil, pero aquí os cuento algunas propuestas muy interesantes, tanto visualmente, como en objetivos del artista, una vez se indaga un poco en su obra. 

    Marcel Odenbach. Seduction, 2016. Collage en papel.

    1. Seduction, 2016
    Lo primero que veo nada más entrar en el pabellón 9 es un cuadro rosa de grandes dimensiones con tres enormes galletas de barquillo, al más estilo pop. Es del (video)artista alemán Marcel Odenbach. Cuando uno se va acercando a la obra, se desvanecen las galletas y solo se ven infinidad de fotografías, todas ellas combinadas por gama de color para formar las capas las galletas, que se componen de barquillo y crema de avellanas con chocolate. El gran fondo rosa por su parte se convierte en páginas y páginas de libros en alemán. Según nos cuentan en la galería, juntos forman una oda a la ciudad de Viena, con las galletas como símbolo de esta y los pequeños retratos en collage de personalidades del mundo de la ciencia y la cultura austriacas. Entre ellos están por ejemplo el neurólogo Sigmund Freud o la poeta Ingeborg Bachmann. 

    Manuel Franquelo-Giner. “It’s, oh… what is that word? It’s so big, so complicated, and so sad”(fragment), 2019. Estuco, resina de poliuretano, pigmento, bolsa zip e impresión Inkjet en papel Canson Photorag con moldura de aluminio.

    2. It’s, oh… what is that word? It’s so big, so complicated, and so sad
    En la otra punta del pabellón, encuentro una pequeña obra dentro del bar de vinos ´Bodega Opening´, una propuesta para esta edición de ARCO de Ansón&Bonet para servir vinos por copas y bocatas que ha tenido bastante éxito a juzgar por el llenazo, sobre todo a la hora de comer. Pues bien, se trata de una fotografía que representa un plato del que cuelga una loncha de carne envasada en una bolsa de auto cierre. O algo que se parece a un trozo de carne encima de un plato.

    Tal y como nos cuenta el propio artista, Manuel Franquelo-Giner, en su cuenta de Instagram, ni la pintura utilizada es pintura, ni lo que parece un trozo de carne lo es, ni la fotografía es lo que entendemos como fotografía. Mediante esta y otras obras que forman por ejemplo la serie ´Absent Referents´ el artista pretende reflexionar sobre el camino de la industria alimenticia, el desastre ecológico y la supremacía de los seres humanos sobre los animales y seres inanimados. Toda una declaración de intenciones. 

    Wolfgang Tillmans. Bodegón de congelador, 2017, Inyección de tinta montado sobre aluminio.

    3.  Bodegón de congelador
    Al final de este recorrido me detengo en una fotografía de Wolfgang Tillmans, que a simple vista nos sugiere que se trata de un bodegón, por el ángulo en el que está realizada la foto y la composición que consiste en una variedad de objetos que parecen comestibles. En cambio, si miramos con más detenimiento, vemos que en la escena hay elementos que no suelen aparecer en bodegones, ni en los históricos ni en los actuales: un congelador como escenario, un bloque de cubitos de hielo, un huevo cascado y vacío, unas hojas seca. Nada comestible o atractivo, aunque vemos una patata y quizás unos pepinos, pero no se distingue con exactitud lo qué puede ser. Tanto en esta, como en otras obras del artista tituladas ´bodegón´, juega con elementos muy conocidos y con otros más extraños. Las obras llaman la atención por su familiaridad, pero a la vez son sacadas de la temática o composición habitual y crean una escena extrañamente atractiva. 

    Solamente en estas tres obras se puede comprobar que la alimentación está representada en el arte contemporáneo y que sus enfoques son de los más diversos, desde la ética cívica a los juegos visuales con objetos cotidianos, a la representación de la identidad cultural a varios niveles. Son obras que no solamente llaman la atención visualmente, sino que dan que pensar.

  • LOS MURALES QUE NUNCA DECORARON EL MERCADO DE CUENCA, AHORA EXPUESTOS.

    D  urante la construcción del mercado municipal de la ciudad de Cuenca en los años sesenta del siglo pasado, se hizo un encargo muy especial. La intención era darle un toque artístico a la construcción, pero sin perder de vista el propósito del edificio. Ese encargo se realizó, pero nunca fue colocado y el mercado se quedó sin su decoración artística.

    Boquiabierta me quedé la semana pasada al visitar la exposición sobre la obra del ceramista Pedro Mercedes en el Museo Casa Zavala de Cuenca. Ya no solo porque durante la visita he conocido la obra de este artista conquense del barro, sino porque ahí he descubierto de qué se trataba el famoso encargo. Pedro Mercedes realizó una extensa serie de obras fascinantes que efectivamente están estrechamente relacionadas con el tema que también nos interesa tanto en mycurioseaty… Si, sí, la manduca. Parte de estas obras ya se mostraron al público conquense en el año 2007. Para mí en cambio, eran completamente nuevas.

    Una de las salas de esta exposición sobre la obra de Pedro Mercedes está destinada a parte de la serie de murales que realizó para decorar la fachada del entonces nuevo mercado de la ciudad. Con su técnica característica del raspado del barro, creó dibujos espectaculares de escenas cotidianas relacionadas con gran parte de la cadena alimentaria, sobre todo la del propio mercado.

    Se trata de un total de dieciséis murales temáticos, formados cada uno por varias placas más pequeñas, lo cual fue necesario debido a las restricciones de medidas del horno para cocer el barro. Parte de estos murales se pueden admirar en la exposición hasta el próximo 16 de diciembre. En cuanto entras a la sala, no sabes dónde mirar. Cada mural es un mundo, en cada uno hay una gran actividad y todos te atrapan para contemplar cada una de sus figuras y de sus objetos.

    Sin bocetos ni esquemas preliminares, Pedro Mercedes plasmó sus ideas directamente sobre el barro mediante su técnica de raspado, con estos preciosos murales bicolor como resultado. Espero que los disfrutéis, pero, sobre todo, a los que podáis, os animo a que vayáis a verlos en persona. ¡No tienen desperdicio!

    Pedro Mercedes, Recogiendo con amor, placas de barro raspado. Exposición temporal Casa Zavala, Cuenca.

    Pedro Mercedes, Hortelano camino del mercado, placas de barro raspado. Exposición temporal Casa Zavala, Cuenca.

    Pedro Mercedes, La carnicería, placas de barro raspado. Exposición temporal Casa Zavala, Cuenca.

    Pedro Mercedes, La panadería, placas de barro raspado. Exposición temporal Casa Zavala, Cuenca.

    Pedro Mercedes, La pescadería, placas de barro raspado. Exposición temporal Casa Zavala, Cuenca.

    En la fachada del mercado se reservó un friso en el cual iban a ser colocados estos murales, friso que está ubicado en la esquina de la Plaza de los Carros con la calle Gregorio Catalán Valero. Para los que no conozcan el edificio, es un friso a pie de calle en una zona de paso de peatones y ahora también zona de aparcamiento. No es difícil imaginarse que es una ubicación perfecta para el rápido deterioro y es muy golosa para el vandalismo. La consecuente decisión de conservar las obras, evitar el deterioro y más que probable destrozo, hizo que actualmente todavía podamos admirarlas. No obstante, es una pena no haberlas podido ver en el sitio original para el cual el artista Pedro Mercedes realizó una de las obras más grandes de su carrera.

  • COCINAR ARTE ABSTRACTO

    Fernando Zóbel, Ornitóptero, 1962. Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca. Foto: Fundación Juan March, www.march.es

     

    ¿  Y si nos dijeran que tuviéramos que hacer un plato basándonos en una obra de arte abstracto? ¿Por dónde empezaríamos? ¿Cómo utilizarla para que sirva de inspiración en la elaboración y presentación de un plato?

    Yo no soy ninguna cocinera profesional. Me gusta cocinar y creo que no se me da mal, pero de ahí a que haya un resultado digno, que no resulte una copia simplista, eso ya es otra historia. La verdad que me parece una tarea bastante difícil. Menos mal que la prueba solamente es para profesionales y no tengo que presentarme.

    A esta tarea sí se van a enfrentar varios cocineros profesionales durante el segundo concurso de gastronomía ´Cuenca Abstracta´ el próximo 8 de octubre, en la que contarán con productos seleccionados de la propia provincia de Cuenca que deberán incorporar en la preparación del plato.

    El año pasado les tocó a los cocineros basarse en el cuadro ´Ornitóptero´ del pintor Fernando Zóbel. Tengo una reproducción de esta obra en casa y por mucho que la miro… Menudo reto.

    Enfin, no soy una chef, pero intentémoslo, aunque solo sea lanzar ideas.

    Utilizar ingredientes con la misma gama de colores blancos y negros podría ser una opción, o fijarse en las formas geométricas, en líneas rectas o en las difuminadas. Poniéndonos más técnicos se puede pensar en los materiales utilizados y las texturas correspondientes de los ingredientes, o inspirarse en el propio artilugio que da nombre al cuadro, el ornitóptero. No te lo pierdas, de él ya se conocían dibujos de la mano del genio Leonardo da Vinci, anda que no se le puede dar al coco y sacar ideas, ¿no os parece?

    Luis Feito, Nº 460-A, 1963. Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca. Foto: Fundación Juan March, www.march.es

    Para este año la asociación Cuenca Abstracta 2016, ha seleccionado la obra ´Número 460-A´, del artista Luis Feito, cambio de gamas de color, de texturas, de formas… A ver cómo se las ingenian para reflejar, aunque sea un poquito, esta obra en un plato con toques conquenses. Yo por si las moscas ya me callo, a ver si voy a dar ideas.

    Lo que está claro es que la iniciativa a mí me parece una manera muy entretenida de estimular la creatividad y de conocer mejor el patrimonio artístico y gastronómico de Cuenca. Lo mismo me animo a hacer alguna prueba en mi cocina, a ver lo que sale. ¿Vosotros?